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fundamento de la organización

 
La organización correcta es de Dios;  se basa en principios divinos.  “El sistema y el orden se manifiestan en todas las obras de Dios a través del universo”  (Testimonios para los ministros, pág. 26).  Las miríadas de estrellas que surcan velozmente el espacio se mueven en orden perfecto.  En la estructura de toda planta que crece y de toda criatura viviente que se mueve en la tierra, tenemos una demostración maravillosa de orden y sistema.
                En el cielo existe una organización cabal e impecable.  “los ángeles trabajan en forma armoniosa.  Un orden perfecto caracteriza todos sus movimientos” (Id., pág. 28).  “El orden es la ley del cielo, y debe ser la ley del pueblo de Dios en la tierra” (Id., pág. 26)
 
 
Base bíblica de la organización
 
Cuando Dios llamó a los hijos de  Israel a Egipto y los escogió como pueblo peculiar, les proporcionó un impresionante sistema de organización para gobernar su conducta, así en los asuntos civiles como en los religiosos.  “El gobierno de Israel –nos dice la mensajera del Señor -, se caracterizaba por la organización más cabal, tan admirable por su esmero como por su sencillez.  El orden tan señaladamente puesto de manifiesto en la perfección y disposición de todas las obres creadas por Dios se veía también el la comunidad hebrea.  Dios era el centro de la autoridad y del gobierno, el soberanos de Israel. Moisés se destacaba como el caudillo visible que Dios había designado para administrar las leyes en su nombre.  Posteriormente, se escogió de entre los ancianos de las tribus un consejo de setenta hombres para que asistiera a Moisés en la administración de los asuntos generales  de la nación.  En seguida venían los sacerdotes, quienes consultaban al Señor en el santuario.  Había jefes o príncipes, que gobernaban sobre las tribus.  Bajo éstos había  “jefes de militares, de centenas, de cincuenta, y de diez” (Deut. 1:15), y por último, funcionarios que se podían emplear en tareas especiales” (Patriarcas y profetas, pág. 391)
                Cuando consideramos la iglesia del Nuevo Testamento, encontramos la misma perfección en su organización.  No podría ser de otra manera, pues es de origen divino. Cristo mismo, que formó a la iglesia, “Ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso” (1 Cor. 12:18).  Fue él quien los doto con dones y talentos adecuados para las funciones a ellos confiadas, y los organizó en u cuerpo vivo y activo del cual él es la cabeza.
                “Porque de la manera que en un  cuerpo tenemos muchos miembros, pero  no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos los  miembros los unos de los otros”  (Rom. 12:4-5)
                “Y él (Cristo) es la cabeza del cuerpo de la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia” (Col. 1:18)
                “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo.  Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo”.  “Por que así  como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son u  solo cuerpo, así también Cristo”  “Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en Particular.  Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan , los que administran, los que tienen don de lenguas” (1 Cor. 12:4-5, 12, 27, 28)
 
 
Importancia vital de la organización
 
             Así como no puede haber un  cuerpo humano vivo y activo a menos que sus miembros estén orgánicamente nidos y se hallen funcionando juntos bajo un control central, no puede haber una iglesia viva que crezca y prospere a menos que sus miembros estén orgánicamente unidos y se hallen funcionando bajo un control centra, no puede haber una iglesia viva que crezca y prospere a menos que sus miembros estén
organizados en u grupo unido, y todos ellos desempeñen los deberes y las funciones confiados por Dios bajo la dirección de una autoridad divinamente constituida.
                Sin organización, ninguna institución o movimiento puede prosperar.  Una nación sin gobierno organizado no tardaría en hundirse en el caos.  Una empresa comercial sin organización fracasaría.  Así ocurría con la iglesia; sin la organización se desintegraría y perecería.
                Para que se desarrolle saludablemente y cumpla su gloriosa tarea, que consiste en proclamar el evangelio de salvación a todo el mundo. Cristo dio a su iglesia un sistema sencillo pero eficaz de organización. El éxito de sus esfuerzos para realizar aquella misión depende de su leal adhesión a este plan divino.
                “Algunos han adelantado la idea de que, a medida que nos acerquemos al final dl tiempo, cada hijo de Dios actuará independientemente de toda organización religiosa.  Pero he sido instruida por el Señor en el sentido de que en esta obra no exista tal cosa como que cada hombre pueda ser independiente.  Todas las estrellas del cielo están sujetas a la ley.  Cada una influye sobre las demás para que hagan la voluntad de Dios, sometiendo su obediencia común a la ley que gobierna sus movimientos.  Y para que la obra de Dios pueda progresar con salud y firmeza, su pueblo debe avanzar unido” (Testimonios  para los ministros, págs. 489-490)
                “¡Oh, cómo se regocijaría  Satanás si tuviera éxito en sus esfuerzos por infiltrarse de en medio de este pueblo y desorganizar la obra en un momento cuando la organización completa es esencial, puesto que será el mayor poder para impedir la entrada de movimientos espurios y para refutar pretensiones que no tiene en apoyo en la Palabra de Dios!  Necesitamos sujetar las riendas en forma pareja, para que no se destruya el sistema de organización y orden que se ha levantado gracias a una labor sabia y cuidadosa.  No se debe permitir la acción de ciertos elementos desordenados que desean manejar la obra en este tiempo” (Id., pág. 489)
 
 
Propósito divino de la organización
 
            “A medida que nuestros miembros fueron aumentando, resultó evidente que sin  alguna forma de organización habría gran confusión, y la obra no se realizaría con éxito.  La organización era indispensable para proporcionar sostén al ministerio para dirigir la obra en nuevos territorios, para proteger tanto a las iglesias como a los ministros de los miembros indignos, para retener las propiedades de la iglesia, para la publicación de la verdad por medio de la prensa, y para muchos d otros objetos” (Id. pág. 26)
                “En nuestra obra debemos considera la relación que cada cual tiene con los otros obreros relacionados con la causa de Dios.  Debemos recordar que hay otros que como nosotros tienen una tarea que cumplir en relación con esta causa. No debemos cerrar la mente par no recibir consejo.  En nuestros planes para impulsar la obra, nuestra mente debe combinarse con otras mentes”.
                “Alberguemos un espíritu de confianza en la sabiduría de nuestros hermanos.  Debemos estar dispuestos a recibir consejo y palabras d cautela de nuestros colaboradores. Al estar relacionados con el servicio a Dios, debemos comprender individualmente que somos parte de un gran todo.  Debemos pedir sabiduría al Señor, y aprender qué significa manifestar un espíritu paciente y vigilante, y acudir  nuestro Salvador cuando estamos cansados y deprimidos”  (Id. pág. 500)
                “Como miembros de la iglesia visible y obreros en la viña del Señor, todos los que profesan el cristianismo deben hacer cuanto pueden para conservar la paz, la armonía y el amor en la iglesia.  Tomemos nota de la operación de Cristo:  `Para que todos sean una sola cosa; como tú  ¡oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste’ (Juan 17-21).  La unidad de la iglesia es la evidencia convincente de que Dios ha enviado al mundo a Jesús como su Redentor” (Joyas de los testimonios, tomo 2, pág. 263)
                “El Señor vinculó a  todos los hombres consigo mismo mediante las cuerdas de tierno amor y simpatía  Acerca de nosotros dice:  ‘Somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios’. Debemos reconocer esta relación. Si estamos unidos con Cristo, constantemente manifestaremos una simpatía y una tolerancia semejantes a las de Cristo, hacia los que están luchando con todas las fuerzas que Dios les da para cumplir su responsabilidad, así como nosotros nos esforzamos para llevar nuestras propias cargas” (Testimonios para los ministros, págs. 495-496).
 



Manual de iglesia, cap 3




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